La presión y el prejuicio
inhiben al ser humano,
llevándolo a perder el juicio
y a practicar lo insano.
La presión puede llevar
a perder la autonomía
y a dejarse moldear
por vana filosofía.
El temor al hombre ha de llevar
a temblar ante la muchedumbre,
al Dios verdadero negar
perdiendo buena costumbre.
Fué lo que le sucedió
al apóstol Pedro un día,
cuando al Maestro negó
por la presión que sentía.
Presión que puede llevar
a perder la dignidad,
a los principios violar
y a perder la integridad.
A las drogas consumir
y también al alcoholismo,
al no poder discernir
y decidir por sí mismo.
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