Buena es la agresividad
para triunfar en la vida,
siempre y cuando sea ejercida
con justicia y con bondad;
libre de toda crueldad.
Sin esa connotación
de violecia y destrucción
que le dan los criminales
acarreando muchos males
en una y otra nación.
Difícil de manejar
es un niño agresivo
que por ser tan compulsivo
fácil se llega a enojar,
y hasta llega a golpear
a otros niños en la escuela.
Producto de la secuela
que dejan varios factores.
Salvo entre progenitores
a quien por el niño vela.
Entre los muchos factores
que hacen a un niño agresivo,
se tiene el ejemplo vivo
de los padres agresores,
que se han hecho golpeadores
físicos o de palabra,
permitiendo que se abra
una brecha familiar
que los llega a separar
y mucho los descalabra.
Un espíritu egoísta
como el del "yo primero"
vuelve al niño pelionero,
teniendo el punto de vista
de que al mundo lo conquista
el quien es mas agresivo,
y no el manso o pasivo
que se mantiene calmado,
porque en Dios ha confiado
como un Ser realmente vivo.
Por ello para tratar
con un niño agresivo,
hay que ser muy comprensivo
y sabiduría sacar.
Al problema hay que atacar
venciendo el mal con el bien;
con mano firme también
sin equilibrio perder.
Para que pueda crecer
sin que maltrato le den.
Realmente es lamentable
el que un niño sea agresivo.
Pero un padre comprensivo
y una madre responsable,
lo impulsan a ser amable
con la ayuda del docente
realmente competente,
y del psicoorientador,
con paciencia y con amor
guiando al aprendiente.
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